Sam Keen, editor de «Psychology Today» viaja a Florencia para decidir por sí mismo si la psicosíntesis es la unión de lo mejor de la psicología moderna o una ensalada ecléctica que se reduce a un juego de palabras.
Hace más de medio siglo, cuando Freud estaba creando el psicoanálisis en Viena, Roberto Assagioli M.D. se encontraba desarrollando la psicosíntesis en Italia. Hasta hace poco su trabajo no era muy conocido ni dentro ni fuera de Italia, pero en la última década los institutos de psicosíntesis han ido floreciendo alrededor del mundo y los libros de Assagioli están siendo traducidos a muchos idiomas.
La estimación de sus logros varía ampliamente. Algunos creen que ha devuelto el acto de voluntad a la psicología, elaborado un concepto viable del yo transpersonal, y ensamblado una tecnología terapéutica que refleja la sabiduría más alta que la moderna psicología puede ofrecer. Mike Murphy y Stuart Miller de Esalen piensan que la psicosíntesis provee una visión comprehensiva que parece realizar un casamiento entre las psicologías humanista, transpersonal y de investigación. Otros ven la idea de la voluntad de Assagioli como un retroceso victoriano, su yo transpersonal como un disfraz tomado prestado de la teología idealista, y sus técnicas como un batiburrillo ecléctico.
La proporción áurea de Aristóteles puede generar una vida dulce pero contribuye a una prosa sin drama. La visión de «un desarrollo completo y armonioso de la personalidad humana» y «la eliminación de todos los conflictos y obstáculos que pudieran bloquear este desarrollo» perecen optimista en el mejor caso e ingenua en el peor.
¿Y qué concluyes de un psicoterapeuta que adopta las mejores percepciones y técnicas de un puñado de escuelas psicológicas competidoras? En la escena terapéutica americana estamos acostumbrados a las guerrillas psicológicas y las reyertas regulares en el foso de «tú no estás en lo correcto» entre miembros de la Asociación Psicológica Americana y la Asociación para la Psicología Humanista. (¿Es correcto tocar al paciente? ¿Es la terapia de shock más humana que dormir con un cliente?) El equilibrio y la armonía parecían una agenda insípida comparada con el grito primal, M&M's, y la libre ($) asociación. Me preguntaba que podría decir un caballero aristócrata con espíritu conciliador a gente tan agresiva como nosotros. La psicosíntesis sonaba sublime y metódica pero demasiado heroica. ¿No debería ser la psicoterapia más modesta? Quizás sería mejor evitar las visiones maravillosas y concentrarse en la gloria del día a día. Tenía mis dudas sobre la psicosíntesis. Pero las alternativas eran aún menos prometedoras.
Unas pocas semanas y un vuelo transcontinental después, encontré difícil seguir siendo crítico y objetivo. El Renacimiento resuma de cada pulgada de Florencia que no se encuentra cubierta por Fiats y turistas. El David de Miguel Ángel da testimonio de la visión clásica de las proporciones.
La oficina de Assagioli es una pequeña habitación en su apartamento, que está encima de las oficinas principales del Instituto. Hay libros en dos de las paredes. Ralph Waldo Emerson, Herman Keyserling, Abraham Maslow y Carl Gustav Jung parecen ser los favoritos.
En el penúltimo estante Jonathan Livingstone Seagull descansa entre Rollo May y Erik Erikson. La mesa es antigua y cubierta de objetos y papeles (talismanes del chamán): flores frescas (parecidas a los lirios tigre que conocía en Tennessee); un barómetro, un reloj, una alarma de cocina, una balanza, una bandera de la Naciones Unidas, un globo terráqueo, dos tarjetas con palabras –Energía y Buena Voluntad. Las paredes, una vez blancas, habían amarilleado como huesos viejos. Un relleno sillón victoriano está echado en una de las esquinas de la habitación.
Assagioli se levanta para saludarme. Es viejo, de huesos finos y débil, pero la vitalidad y alegría de su cara hacen sentir vigorosa su presencia. Su perilla afilada y su chaqueta de terciopelo salmón le dan un aire de autoridad del viejo mundo.
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Roberto Assagioli: Debo pedirle que me escriba las preguntas que le gustaría hacerme porque como sabe, no oigo.
Sam Keen: (Esta va a ser una extraña conversación. Tendré que llevar dos diálogos separados: uno con la grabadora y otro con Assagioli. Para llevar el registro de sus respuestas tendré que leer las preguntas escritas a la grabadora. También tendré que grabar mis elaboraciones, metapreguntas, dudas y voces ocasionales. Será difícil captar matices porque sólo puede responder a preguntas específicas. Pero la mayoría de las personas son sordas a la metaconversación, los pensamientos más allá de las palabras. Hay cuatro partes en un diálogo. Dos son silenciosas.)
Keen: ¿Cuál es la principal diferencia entre la psicosíntesis y el psicoanálisis?
Assagioli: Nosotros prestamos mucha más atención al inconsciente superior y al desarrollo del yo transpersonal. En una de sus cartas Freud dijo, «Estoy sólo interesado en los sótanos del ser humano». La psicosíntesis está interesada en todo el edificio. Tratamos de construir un ascensor que permita a la persona acceder a cada nivel de su personalidad. Después de todo, un edificio con sólo un sótano es muy limitado. Queremos abrir la terraza desde la que se puedan tomar baños de sol o contemplar las estrellas. Nuestro interés es la síntesis de todas las áreas de la personalidad. Eso significa que la psicosíntesis es holística, global e inclusiva. No está en contra del psicoanálisis ni siquiera en contra de la modificación de la conducta, pero insiste en que la necesidad de significado, de valores superiores y de una vida espiritual son tan reales como las necesidades biológicas o sociales. Negamos que existan problemas humanos aislados. Tome el sexo, por ejemplo. No existe el sexo por sí mismo. El sexo está conectado con todas las demás funciones. Los llamados problemas sexuales son causados a menudo por conflictos de poder entre dos personas y sólo pueden resolverse desenredando las complejas interacciones que se dan entre ambas.
Keen: Las características que ha mencionado hasta ahora son en gran medida teóricas. ¿Es su tecnología terapéutica diferente en algún aspecto de la del psicoanálisis? (Sorprende siempre al lector de la retórica de la logoterapia o de la psicoterapia existencial descubrir que no introducen innovaciones perceptibles en la práctica terapéutica –lo que significa que no han aportado ninguna diferencia práctica.)
Assagioli: La psicosíntesis hace uso de más ejercicios y técnicas de las que es posible enumerar aquí. Tenemos ejercicios sistemáticos para desarrollar cada función de la personalidad. Al comienzo exploramos todos los aspectos conscientes e inconscientes de la personalidad haciendo que los pacientes escriban autobiografías, lleven un diario, contesten cuestionarios, y realicen todo tipo de tests proyectivos (TAT, dibujo libre, etcétera). A medida que procede la terapia, usamos relajación, música, arte, respiración rítmica, concentración mental, visualización, imaginación creativa, símbolos visuales y palabras evocadoras, y meditación. Pero quiero poner de relieve que cada individuo es diferente y ninguna técnica puede serle aplicada de forma automática.
Keen: ¿La psicosíntesis se desarrolló a partir del psicoanálisis?
Assagioli: Así es. En 1910 Freud era desconocido en Italia. Mi comité doctoral era reticente, pero al final me permitieron realizar mi tesis doctoral sobre el psicoanálisis. Fui a Zurich a estudiar con Eugen Bleuler, el inventor de la esquizofrenia. Cuando volví, comencé a practicar el psicoanálisis en Italia pero pronto descubrí sus limitaciones.
Keen: ¿Cuál fue su relación con Freud y Jung?
Assagioli: Nunca me encontré con Freud personalmente, pero nos escribíamos y él escribió a Jung expresándole su esperanza de que yo promoviese la causa del psicoanálisis en Italia. Pero pronto me convertí en un hereje. Con Jung tuve una relación más cordial. Nos encontramos muchas veces a lo largo de los años y teníamos charlas deliciosas. De todos los psicoterapeutas modernos, Jung es el que más se acerca a la teoría y práctica de la psicosíntesis.
Keen: ¿Cuáles son las similitudes y las diferencias?
Assagioli: En la práctica de la terapia ambos estamos de acuerdo en rechazar el «patologismo», es decir, la concentración sobre las manifestaciones mórbidas y los síntomas de una supuesta «enfermedad» mental. Consideramos al ser humano fundamentalmente como un organismo saludable en el que se puede dar un funcionamiento defectuoso temporal. La naturaleza está siempre tratando de restablecer la armonía, y en el interior de la psique domina el principio de síntesis.
Los opuestos irreconciliables no existen. La tarea de la terapia es ayudar al individuo a transformar la personalidad, e integrar las contradicciones aparentes. Tanto Jung como yo hemos hecho énfasis en la necesidad de que una persona desarrolle las funciones psíquicas superiores, la dimensión espiritual.
Quizás la manera de establecer las diferencias sea mediante un diagrama de las funciones psíquicas. Jung diferencia cuatro funciones: sensación, sentimiento, pensamiento e intuición. La psicosíntesis dice que las cuatro funciones de Jung no proporcionan una descripción completa de la vida psicológica. Nuestro punto de vista puede visualizarse de la siguiente manera: mantenemos que la imaginación o la fantasía es una función diferenciada. Existe también un grupo de funciones que nos impele hacia la acción en el mundo exterior. Este grupo incluye instintos, tendencias, impulsos, deseos y aspiraciones. Y aquí llegamos a uno de los fundamentos centrales de la psicosíntesis: existe una diferencia fundamental entre los impulsos, los deseos y la voluntad. En la condición humana se producen conflictos frecuentes entre el deseo y la voluntad. Y situamos la voluntad en una posición central en el corazón de la autoconciencia o ego.
Keen: (Cuidado –territorio peligroso– cuando quiera que el deseo se opone a la voluntad aparece un conflicto trágico que sólo puede resolverse mediante la intervención de un hombre fuerte. Sospecho que la mano de hierro de la voluntad de poder acecha bajo el guante de terciopelo de la síntesis.) ¿Por qué sitúa la voluntad en el centro del ego? ¿Está abogando por una nueva forma de voluntarismo? ¿Deberíamos rectificar a Descartes para que diga: pretendo, luego existo?
Assagioli: Creo que la voluntad es la Cenicienta de la psicología moderna; ha sido relegada a la cocina. El concepto victoriano de que la voluntad de poder podía vencer todos los obstáculos fue desbaratado por el descubrimiento de Freud de la motivación inconsciente. Pero desafortunadamente esto condujo a la psicología moderna a un punto de vista determinista del ser humano como un manojo de fuerza en lucha sin un centro. Esto se halla en contradicción con la experiencia directa que todo ser humano tiene de sí mismo. En algún momento, quizás en medio de una crisis en la que un peligro amenaza, se produce un despertar en el que el individuo descubre su voluntad. Esta revelación de que el yo y la voluntad están íntimamente conectados puede cambiar toda la percepción de un hombre sobre sí mismo y sobre el mundo. Observa que es un sujeto viviente, un actor dotado con el poder de elegir, relacionar, producir cambios en su propia personalidad, en los demás y en las circunstancias. Y esta percepción conduce a un sentimiento de totalidad, seguridad y alegría. Debido a que la psicología moderna ha descuidado la posición central de la voluntad, ha negado que tenga una relación directa con el yo. Con la certeza de que uno posee una voluntad llega la realización de la conexión íntima entre voluntad y yo. Esta es la experiencia existencial de la percepción directa de la autoconciencia pura. Es la autoconciencia lo que separa al ser humano de los animales.
Los seres humanos son conscientes pero también saben que son conscientes. Podemos expresar la importancia de la autoconciencia, la unidad de ser y volición diciendo (por contraposición a Descartes): «Yo soy consciente de ser y de tener voluntad», o «Yo soy un yo que pretende».
Keen: (Creo que ha derrumbado el castillo de naipes determinista en el que la psicología «científica» ha estado viviendo desde que causa y efecto ocuparon el trono. Dios mío, ¡está tratando de hacernos responsables de nuestra identidad! Sorpresa. Inverosímiles aliados. Tanto la introspección como la instrumentación conducen a un redescubrimiento de la voluntad. Assagioli descubre la volición observando el interior. Barbara Brown [ver «New Mind, New Body», PT, Agosto] encuentra que cualquier respuesta corporal que pueda ser medida y realimentada hacia la mente consciente puede ser controlada. ¿Y qué es lo que controla? La voluntad. Parece como si hubiera un fantasma en la máquina.)
Assagioli: Creo que las mayoría de las discusiones sobre la identidad se han extraviado porque los psicólogos académicos no se toman la molestia de experimentar de modo adecuado. Hacen pasar ratas por laberintos pero no acuden al laboratorio interior y examinan su propia experiencia de la voluntad. Podría compararlos, con algo de irreverencia, a los teólogos que no quisieron mirar a través del telescopio de Galileo porque temían que se desmoronase su visión del mundo. Descuidaron la introspección, que es el mejor laboratorio que tiene un psicólogo.
Keen: ¿Podría describir la voluntad con mayor detalle?
Assagioli: No. Es indescriptible. Es una cuestión de experiencia directa, igual que la experiencia directa del rojo o el azul. ¿Puede decirme cómo es la experiencia del azul?
Keen: (El Sanctasanctórum está siempre vacío. En el corazón de todo sistema reside lo inefable. Pregunta a un racionalista como capturar una idea clara y distinta, o a un freudiano como detectar un complejo de Edipo, o a un positivista verificar el principio de verificación y la respuesta es siempre un balbuceo que esconde un silencio incómodo. El punto de partida se encuentra siempre envuelto en el misterio; el sujeto es siempre aquello que no está consumido por los predicados; el lenguaje sólo nos conduce al punto en el que el silencio comienza.) Bueno, casi. El azul es frío como el agua que corre y eso es muy diferente del rojo que es como la canela o el sol. ¿Cuando habla de la voluntad se refiere a algo parecido a la firmeza que impregna el espinazo prusiano, o más a los cálidos jugos que corren a través del «élan vital» de Henri Bergson?
Assagioli: No. El élan vital es en mi opinión el verdadero concepto de la libido, sin la específica connotación sexual que le dio Freud. Es el dinamismo, el poder, la energía que subyace a la vida. La voluntad es más el agente director en la personalidad que la fuerza vital.
Keen: Pero asume que existe una sola voluntad, una sola fuerza directriz. Desde los tiempos de San Pablo a los de San Freud la experiencia de la división de la voluntad ha dejado perpleja a la humanidad. «El bien que quiero no lo hago» y la voluntad de vivir en oposición al instinto de muerte. ¿Cómo unifica las voluntades en conflicto?
Assagioli: Es cierto que existe una multiplicidad en el yo, pero la voluntad es esencialmente la actividad del yo que permanece por encima de la multiplicidad. Dirige, regula y equilibra las demás funciones de una manera creativa. No creo que exista ninguna división fundamental, ningún conflicto irreconciliable en el ser humano. No creo que exista una voluntad de morir oponiéndose a la voluntad de vivir. Lo que se denomina informalmente «voluntad dividida» puede reconocerse en la realidad como el conflicto entre la voluntad central y una multitud de impulsos, urgencias y deseos. Esta es una experiencia universal.
Los conflictos se hayan presentes en todo individuo normal. ¡Sin ellos no habría necesidad de psicoanálisis ni de psicosíntesis! Cada elección implica algún conflicto, bien quedarse dentro y leer o salir a dar un paseo –no puedes hacer las dos cosas al mismo tiempo. En el conflicto neurótico hay un desesperado intento de tener dos cosas incompatibles al mismo tiempo. Pero en la persona normal la voluntad puede funcionar para disminuir o eliminar el conflicto reconociendo una jerarquía de necesidades y haciendo arreglos para la satisfacción adecuada de todas ellas. La voluntad central distribuye las tareas a las demás partes de la personalidad. Permítame usar una analogía que es central a mi pensamiento. La voluntad es como el director de una orquesta. No es autoafirmativa sino más bien el humilde sirviente del compositor y de la partitura.
Keen: (Oigo voces femeninas en las alas: «La filosofía y la psicología en Occidente han sido siempre formas enrarecidas de charlas masculinas, que terminan por lo general con cigarros después de la cena y un escondido chauvinismo. ¿Que hay de la perspectiva femenina? ¿Está describiendo la condición de la psique masculina o de la psique humana?» ) ¿Situar la voluntad en el centro del yo no traiciona una perspectiva marcadamente masculina? En términos tradicionales, dirección, control, aserción y agresión se consideran atributos masculinos. Las mujeres de la especie se supone que son más receptivas, nutrientes y fluidas. ¿Reconoce un componente del yo esencialmente «femenino»? ¿O de la voluntad?
¿De que manera equilibra los elementos masculinos y femeninos en el yo?
Assagioli: La voluntad no es solamente asertiva, agresiva o controladora. Existe la voluntad que acepta, la voluntad que se entrega, la voluntad dedicada. Se podría decir que existe una polaridad femenina en la voluntad –la rendición, la aceptación gozosa de las demás funciones de la personalidad.
Puedo formular el mismo punto de una manera diferente. En el corazón del yo existe tanto un elemento activo como uno pasivo, un agente y un espectador. La autoconciencia implica que somos un testigo –un testigo puro, objetivo, amoroso– de lo que está sucediendo dentro y fuera. En este sentido el yo no es un yo dinámico sino un punto testimonial, un espectador, un observador que contempla el flujo. Pero existe otra parte del yo interior –el agente que decide o dirige– que interviene activamente para orquestar la diversas funciones y energías de la personalidad, establecer cometidos e instigar actividad en el mundo externo. Así que en el centro del yo tenemos una unidad entre los masculino y lo femenino, de voluntad y amor, de acción y observación.
Keen: (Ambos, más bien que uno u otro. Aquí tenemos el principio de síntesis uniendo lo que por lo general se mantiene separado. La filosofía oriental sitúa la esencia del hombre en un observador atemporal. La filosofía occidental, desde el surgimiento de la tecnología, sitúa la dignidad principal del hombre en su habilidad para controlar el mundo, en actuar. Assagioli casa Oriente con Occidente. ¿Funcionan los matrimonios mixtos, o producen bastardos filosóficos?)
Keen: ¿Cómo entrena la psicosíntesis a las personas para crear esta actitud olímpica de poder desapegado?
Assagioli: Las técnicas se relacionan siempre con la situación del individuo, así que es difícil generalizar. Pero podemos discutir dos técnicas básicas: desidentificación y entrenamiento de la voluntad.
Puedo comenzar por un principio psicológico fundamental: estamos dominados por todo aquello con lo que nuestro yo se identifica. Podemos dominar y controlar todo aquello de lo que nos desidentificamos. El error normal que todos cometemos es identificarnos nosotros mismos con algún contenido de la conciencia antes que con la conciencia misma.
Algunas personas obtienen su identidad de sus sentimientos, otros de sus pensamientos, otros de sus roles sociales. Pero esta identificación con una parte de la personalidad destruye la libertad que surge de la experiencia del «yo» puro.
Keen: Nos identificamos con el predicado antes que con el sujeto.
Assagioli: Así es. A menudo una crisis en la vida priva a la persona de la función o del papel con el que se ha identificado: el cuerpo de un atleta resulta herido, la persona amada se va con un poeta errante, un trabajador esforzado debe retirarse. El proceso de desidentificación resulta forzado y la solución sólo puede venir por un proceso de muerte y renacimiento en el que la persona entra en una identidad más amplia. Pero este proceso puede darse con una cooperación consciente.
El ejercicio de desidentificación e identificación comprende la práctica de la percepción y de la afirmación: yo tengo un cuerpo, pero no soy mi cuerpo. Yo tengo emociones, pero no soy mis emociones. Yo tengo un trabajo, pero no soy mi trabajo… etcétera. La introspección sistemática ayuda a eliminar todas las autoidentificaciones parciales.
Keen: Esta técnica es similar a la meditación budista vipassana en la que uno simplemente observa pasar pensamientos, sensaciones e imágenes.
Assagioli: Así es, y conduce a la afirmación de que el observador es diferente de lo que observa. De modo que la etapa natural que viene después de la desidentificación es una nueva identificación del yo: yo reconozco y afirmo que «Yo soy un centro de pura autoconciencia. Yo soy un centro de voluntad, capaz de regular, dirigir, y usar todos mis proceso psicológicos y mi cuerpo físico.» El propósito de estos ejercicios es aprender a desidentificarse en cualquier momento del día, a disociar el yo de cualquier emoción, persona, pensamiento o papel subyugante, y asumamos el ventajoso punto de vista del observador desapegado.
Keen: (Peligro: la práctica de la desidentificación puede producir una persona con mucha luz pero poco fuego. El amor es una desmesura; por lo tanto siempre estamos ciegos o tuertos. Aíslo una mujer, un lugar, un trabajo con una cantidad desproporcionada de atención.
El cuidado profundo siempre implica cierto fetichismo. La pasión nos deja desequilibrados. Y algunas veces el camino más rápido al corazón de las cosas es rendirse a fuerzas, impulsos y deseos que no podemos comprender –por ejemplo: trascender. ¿Es la pasión compatible con la psicosíntesis? Norman O. Brown: «Todos somos fracciones. Estamos rotos». En la tradición cristiana la curación proviene de aceptar nuestra quiebra, no de sintetizar partes en un todo perfecto. El ideal de totalidad, de realización del pleno potencial humano, transcendiendo las contradicciones y alcanzando la iluminación me intriga.
Pero sospecho que es un sustituto secular del Reino de Dios (que está siempre llegando mañana). Quizás la condición humana está coloreada de modo inevitable por la parcialidad y la tragedia. Quizás. Pero me debo a mi mismo dudar de mis dudas. Mi resistencia a la idea de vida mas allá del conflicto puede ser la manera en que mi ego se apega a la contradicción. ¿Sería todavía yo si fuese felizmente sintetizado?)
Keen: Veo como llega a la pura experiencia del yo como observador, pero sin embargo, ¿puede defender que la voluntad es capaz de regular y dirigir todo el resto de funciones psicológicas? Con frecuencia la voluntad parece impotente para dominar los impulsos infantiles. A veces es un prisionero impotente gobernado por un tirano infantil. Cuando golpea la depresión, surge la ira, o burbujea el deseo sexual, el poder de la voluntad parece débil, más parecido a un pariente envejecido que a un viril manager de la personalidad.
Assagioli: La voluntad, como cualquier otra función de la personalidad, puede desarrollarse y fortalecerse de modo sistemático. Si es débil puede entrenarse mediante ejercicios regulares de la misma manera que los gimnastas desarrollan sus músculos. Y si la persona comienza con una voluntad débil, puede, por el simple milagro de la sobrecompensación, desarrollar una fuerza de voluntad mayor de lo normal. Todo el mundo tiene voluntad suficiente para comenzar el proceso de desarrollar más.
Keen: (Cuando alguien me habla de desarrollar el poder de la voluntad, surgen ante mi dos imágenes contradictorias. 1) El hombre que se hace a sí mismo: Horatio Alger, Dale Carnegie, y «Como desarrollar un yo poderoso en 30 días». Sospecho superficialidad. 2) La víctima. La neurosis es pasividad interna. La depresión es desamparo aprendido. Sin una voluntad fuerte una persona sigue siendo una víctima. Quizás. La ambivalencia sobre el concepto de voluntad en la psicología moderna, o más bien su descuido, es un reflejo de la turbación que suscita el deseo de poder personal. Nuestro impulso de poder ha sido exteriorizado y canalizado hacia la ciencia y la tecnología, la política y la guerra. ¿Por qué no tener el desarrollo de la potencia interna como meta oculta?)
Keen: ¿Qué otras técnicas se utilizan para desarrollar el poder de la voluntad?
Assagioli: Permítame aclarar algo. La psicosíntesis no está interesada principalmente en desarrollar el poder de la voluntad. La fuerza es una condición de la voluntad necesaria pero no suficiente. Es igualmente importante desarrollar una voluntad sabia y una voluntad buena. Disponemos de muchas técnicas para desarrollar estas cualidades. Hablo de ellas en profundidad en el El acto de la voluntad. Una técnica es visualizar el «modelo ideal». Represéntese tan vívidamente como sea posible como sería su vida si estuviera en posesión de una voluntad fuerte. Visualízese a sí mismo habiendo alcanzado la maestría interior y exterior.
Aconsejamos también realizar algunos «ejercicios inútiles» cada día para fortalecer la autodisciplina. Puede decidir permanecer en una silla diez minutos o correr una milla al día o controlar un temperamento violento. Desarrollar una voluntad sabia es más difícil. Si la voluntad se sitúa en oposición directa a sentimientos o impulsos fuertes se verá sometida, de modo que tenemos que crear una estrategia para lograr los fines que pretendemos. Tomemos por ejemplo una persona con un deseo obsesivo del que quisiera librarse. Entre más se concentra en su obsesión, más fuerte se vuelve ésta. Pero puede retirar su atención y sustituirla por un nuevo interés; puede cultivar una «obsesión» beneficiosa.
Mantener nuevas imágenes ante los ojos tiende a producir la realidad sugerida por la imagen. Esto se sigue de una ley psicológica bien conocida: las imágenes o cuadros mentales y las ideas tienden a producir las condiciones físicas y actos externos que les corresponden. O como dijo William James: «Cada imagen tiene en si misma un elemento motriz». Una técnica muy simple que uso es una serie de tarjetas impresas con palabras evocadoras como: Calma, Paciencia, Gozo, Energía, Buena Voluntad. Cuando estas tarjetas se colocan por la habitación provocan actitudes y evocan la cualidad que simbolizan. También uso obras de arte de manera parecida. Por ejemplo, La Transfiguración de Fra Angélico es un símbolo visible de la transformación de la personalidad que se produce cuando una persona entra en contacto con el yo transpersonal.
Keen: (¿Es esto simpleza mental o un uso juicioso de las respuestas automáticas entre cuerpo y mente? No estoy seguro. Confesión: una noche puse la tarjeta con la palabra Gloria en la habitación del hotel y esperé los resultados. Por la mañana desperté entre sábanas revueltas bañado en rayos de sol, el sonido de las campanas y un día dorado impregnado de café florentino, Leonardo da Vinci, y –ciertamente– gloria. Pero todos sabemos que tales cambios de actitud se deben al poder de la sugestión, ¿no es así? )
Keen: La buena voluntad parece pertenecer más a la religión que a la psicoterapia, ¿no puede la voluntad ser saludable sin ser buena?
Assagioli: No. Una persona se encuentra siempre en un contexto social; no es una unidad aislada. De modo que entre más conflicto existe, más energía se desperdicia. Si hemos de conseguir una paz profunda, ello depende de la armonización de las voluntades. Estar centrado en uno mismo es profundamente destructivo para la cooperación sin la que una persona no puede vivir una vida plena en comunidad. ¿Por qué deberíamos considerar la buena voluntad una virtud prescindible, una cuestión sólo de interés para los religiosos? Puedo incluso ir más allá. El mismo principio se aplica a la relación del individuo con la naturaleza y con el universo. Ninguna persona puede adoptar una postura arrogante y considerarse a sí mismo sin relación con el universo. Le guste o no, el ser humano es parte de la voluntad universal y debe de alguna manera sintonizarse y participar voluntariamente en los ritmos de la vida universal. La armonización y la unificación de la voluntad individual y la universal –la identificación con el Tao en la tradición china, la aceptación estoica del destino, o la Voluntad de Dios entre los cristianos– es una de las metas humanas más elevadas, aún siendo apenas alcanzada.
Keen: Hasta que Maslow comenzó a hablar sobre las metanecesidades, la psicología se avergonzó de todo lo que parecía metafísica o religión. Ahora parece que misticismo y medicina unen sus fuerzas. ¿Necesariamente una autoconciencia saludable implica un compromiso religioso?
Assagioli: No necesariamente. Lo que yo llamo psicosíntesis personal puede lograrse llegando a comprender el inconsciente inferior y medio. Pero para algunas personas, cuando las necesidades psicológicas básicas han sido satisfechas y se ha alcanzado cierta medida de salud, aparecen el aburrimiento y una sensación de falta de significado, y comienza la búsqueda de un propósito superior en la vida. Como Jung señaló, ser normal y adaptado es suficiente para algunas personas, pero otras tienen hambre de trascendencia.
Tenemos una nueva «cuarta fuerza» en psicología –la psicología transpersonal– que intenta explorar esas necesidades y aspiraciones que van más allá de la psicología humanista y de la autorrealización.
Keen: En tiempos de Freud se produjo una vasta conspiración cultural para reprimir la libido, para forzarla a permanecer en el inconsciente. ¿Diría que existe una conspiración paralela para reprimir el impulso religioso? Parecemos tan avergonzados de nuestra sed de significado como la sociedad victoriana lo estaba de las erecciones y de palpitaciones que no fuesen las de corazón.
Assagioli: Muchas personas parecen haberse sometido voluntariamente a una lobotomía espiritual, a una represión de lo sublime, una negación completa del yo transpersonal. En consecuencia el inconsciente superior sigue siendo virtualmente desconocido para muchas personas.
Muchas psicologías han alentado la adopción de una autoimagen degradada con el argumento de que todos los impulsos religiosos o espirituales son meras sublimaciones de los instintos sexuales. Este tipo de reduccionismo ignora el hecho de que muchas de las personas más creativas de la historia relatan experiencias de naturaleza transpersonal. ¿Con que derecho podemos negar que los impulsos espirituales son menos reales, básicos o fundamentales que los impulsos sexuales o de agresión?
Keen: ¿Qué llevaría a las personas a reprimir lo sublime? ¿Qué resulta tan amenazante del paraíso?
Assagioli: No es más misterioso que la represión del éxtasis sexual. Tememos lo sublime porque nos es desconocido y porque si admitimos la realidad de los valores superiores nos vemos comprometidos a actuar de manera más noble. La bondad, la cooperación, la pérdida del egocentrismo y la responsabilidad del crecimiento espiritual vienen de la mano del reconocimiento del yo superior.
Keen: ¿Cuál es la naturaleza del yo transpersonal? ¿Está hablando de una entidad separada del yo que experimentamos directamente en la autopercepción?
Assagioli: Mi querido amigo, no puedo decirle como es el yo transpersonal. Maslow trató de caracterizarlo, así como la naturaleza de la experiencia cumbre, enLa psicología del ser. La experiencia directa del yo transpersonal es rara y la unión con él más rara aún. Pero muchas personas tiene un conocimiento del mismo mediado por el inconsciente superior o supraconsciente. Puedo describir algunos de sus efectos. Se ha manifestado espontáneamente en las obras creativas de grandes genios universales como Platón, Dante y Einstein. Otros entran en contacto con el mismo a través de la oración o la meditación. O pueden sentir una llamada o tirón de algún Poder Superior .
El lenguaje resulta totalmente inadecuado para hablar sobre las experiencias transpersonales o espirituales. Toda expresión de las mismas es altamente simbólica, y se han usado una gran variedad de símbolos: iluminación, descenso al inframundo de la psique, despertar, purificación, transmutación, alquimia psicoespiritual, renacimiento y liberación.
Keen: Asumo que tiene técnicas de psicosíntesis para desarrollar la conciencia del yo transpersonal.
Assagioli: Así es. Entre ellas, la técnica del diálogo interior funciona bien. Imagine un hombre muy sabio que conoce todas las respuestas a los problemas que afronta. Si pudiera conseguir una entrevista con este hombre, ¿qué le diría? Es su maestro interno…
Keen: (Me temo que mi gurú interno esté senil. Parece ofrecer consejos contradictorios: tómatelo con calma, trabaja duro; arriésgate, no te muevas de donde estás; atrévete a la locura, cultiva la cordura. Nunca puede decidir si está del lado de Dionisos o de Apolo.)
Assagioli: … Si espera una respuesta puede que la encuentre llegando espontáneamente a través de una tercera persona, un libro que esté leyendo o el desarrollo de los acontecimientos. La práctica de la meditación es también buena. A veces sugiero a los clientes que escriban una carta.
Keen: ¿Al yo transpersonal?
Assagioli: Si. «Querido Yo Transpersonal…» Inténtelo y vea que sucede.
Keen: ¿A qué dirección la envío?
Assagioli: A la misma dirección que envía las cartas furiosas cuando le dice a un amante o a un enemigo todas las cosas que piensa sobre él.
Keen: Nunca puedo decidir por completo si las técnicas de psicosíntesis son ingenuas o brillantes. Me parecen a menudo demasiado simples. (Debería admitir que después de la sesión de ayer y de su análisis «simplista» de la neurosis como quedarse atascado vacilando en la silla de decisiones, dejé de fumar para siempre.) Existe una vieja tradición que vincula la sabiduría con la tontería. ¿Es un hombre sabio aquél de mente sencilla? ¿Se tata de la simplificación que proviene de la sabiduría de la edad o de la fatiga? ¿Y es la psicosíntesis una versión moderna de una escuela de sabiduría? ¿Cuál es la diferencia entre un sabio y un loco?
Assagioli: Hoy la sabiduría está aún más pasada de moda que la voluntad. La noción original de sabiduría apenas tiene que ver con la necedad. Por supuesto la sabiduría implica una simplicidad superior de espíritu, pero no es simpleza mental. En chino, el ideograma para la sabiduría es una combinación de viento y rayo. El hombre sabio no es el que está sereno y cansado, sino el que ya no puede ser abatido por el viento y golpea como el rayo cuando es necesario. La sabiduría está conectada con la intuición (esta es la razón por la que ha sido vista como una mujer –Sofía) y con ver las cosas en su globalidad, y por ello se vincula con la perspectiva transpersonal. Es el poder de jugar con los opuestos y establecer una síntesis. Supongo que la edad ayuda a adquirir algo de la perspectiva necesaria para crear armonía entre las contradicciones aparentes.
Keen: William Blake dijo: «El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.» ¿No debería ser la juventud un tiempo de exceso más que de buscar un equilibrio prematuro?
Assagioli: Eso es divertido.
Keen: Aquí tengo otra cita [creo que del filósofo escocés McNab] que va bien con la anterior: «La sabiduría es una virtud en la segunda mitad de la vida pero un aburrimiento en la primera.» ¿No debería reservarse la psicosíntesis para los que pasan de los 40?
Assagioli: Me permitirá que no le de una respuesta «al por mayor». Los individuos difieren. Algunas personas jóvenes son psicológicamente maduras y algunos adultos son psicológicamente infantiles. Algo de psicosíntesis personal ha de tener lugar antes de la psicosíntesis transpersonal, pero las personas se hallan dispuestas en diferentes edades.
Keen: ¿Cuáles son los límites de la psicosíntesis? Si fuera el crítico de sus propio sistema, ¿qué criticaría?
Assagioli: Ese debería ser su trabajo, pero lo haré yo. Es divertido. Le responderé de modo paradójico. El límite de la psicosíntesis es que no tiene límites. Es demasiado extensa, demasiado abarcante. Su debilidad es que acepta demasiado. Contempla demasiados lados al mismo tiempo y eso es un inconveniente.
Keen: (Esta es mi pregunta de «escala de autoconocimiento». La mayoría de las personas «famosas» consiguen una «C». A Assagioli le doy una «A». Ve por detrás de sus propios ojos.)
Keen: Hannah Arendt dice que el perdón es la llave de la acción y la libertad. Sin perdón la vida es gobernada por la repetición compulsiva, por un ciclo sin final de resentimiento y venganza. Pero pocos psicoterapeutas inclinan su sombrero ante ello. Algunos, como Janov, parecen alentar el resentimiento y la ira en contra de los padres y la sociedad porque son la fuente del dolor primal. Dígame que tiene la psicosíntesis que decir sobre el perdón, la responsabilidad y la gratitud.
Assagioli: En psicosíntesis enfatizamos la responsabilidad individual. No importa lo que le haya sucedido a la persona, debe asumir su responsabilidad aquí y ahora por los cambios que quiere hacer en su personalidad y no culpar a sus padres o a la sociedad. Estoy en contra de muchas cosas en la sociedad moderna y en ese sentido soy un revolucionario, pero hemos de cambiar desde dentro porque es nuestra sociedad. Hacia las personas que te han hecho daño recomiendo comprensión y compasión. Probablemente el daño no es tan grande como parece. Por supuesto estamos condicionados por el pasado pero tenemos el poder de rechazarlo, de alejarnos, de cambiar. La mayor parte del daño que los padres hacen a sus hijos proviene de la ignorancia y no de la malicia, y de ese modo es más liberador perdonar a quienes no supieron hacerlo mejor que albergar resentimiento y autocompasión.
También el perdón se hace más fácil cuando entras en contacto con el sufrimiento real de la humanidad. Una cosa que propondría en la educación es que los jóvenes hiciesen visitas semanales a hospitales, psiquiátricos y barrios bajos para ponerse en contacto directo con el sufrimiento humano sin intermediación de teorías, estadísticas o ideologías políticas.
Keen: Desde el declive de la religión en occidente y la pérdidas de ritos de paso –rituales de nacimiento y muerte– ha recaído sobre la psicología ayudar a las personas a manejar crisis de transición y situaciones límite. ¿Cómo se maneja con la muerte? A los 85 años, ¿qué le parece?
Assagioli: La muerte me parece sobre todo unas vacaciones. Existen muchas hipótesis sobre la muerte, y la idea de la reencarnación me parece la más razonable. No tengo conocimiento directo sobre la reencarnación pero mi creencia me pone en la buena compañía de cientos de millones de orientales, del Buda y de muchos en occidente. La muerte es una parte normal del ciclo biológico. Es mi cuerpo lo que muere y no todo yo. Así que no me importa demasiado. Podría morir esta noche pero aceptaría con gusto unos pocos años para realizar el trabajo en el que estoy interesado, que pienso puede resultar útil a los demás. Estoy, como dicen los franceses, «disponable». El humor y el sentido de la proporción también son de ayuda. Soy un individuo en un pequeño planeta en un pequeño sistema solar en una de tantas galaxias.
Keen: (Es difícil saber lo que cuenta como válido en una visión del mundo y la terapéutica que conlleva. Toda forma de terapia tiene tanto éxitos dramáticos como fracasos estrepitosos. Valga como evidencia en el caso de la psicosíntesis un argumento ad hominem: hablando sobre la muerte no hay cambio en el tono o la intensidad de la voz de Assagioli, la luz no deja de jugar en sus ojos oscuros y su boca nunca está demasiado lejos de una sonrisa.)
Roberto Assagioli murió el 23 de Agosto de 1974, viejo y lleno de días.
Sam Keen
[Editor consejero de «Psychology Today», Sam Keen tiene un máster en teología por la Harvard Divinity School y un Ph.D. en filosofía y filosofía de la religión por Princeton. Ha enseñando en Rutgers University, Louisville Presbyterian Seminary y Prescott College's Center for the Person in Arizona. Conferenciante y escritor independiente, sus libros incluyen Apology for Wonder, To a Dancing God, Telling your Story y Voices and Visions.
Fuente: Psychology Today, Diciembre 1974.