Que
desea saber de mi infancia…
Entiendo
que todo cambio viene dado por una reflexión y comprensión.
A
cerca de los obstáculos y la vida de uno. Claro, y de los éxitos y fracasos.
Sé
que los cambios emocionales son efímeros.
Eso lo
conozco muy bien. Son reacciones del momento sin continuidad en el tiempo.
Recuerdo
que de pequeño lo que más me preocupaba era que me dejaran solo,
y
recibir el castigo de los adultos.
Aprendía
a evitar el dolor y el miedo imitando a mis hermanos mayores.
Si
es verdad, temía a mi padre, y a mi madre. Desobedecer era peligroso.
Y
aun así… era inevitable a cierta edad.
Mi
padre fue un buen tipo, eso sí con reacciones emocionales explosivas.
No
estaba mucho en casa. Mi madre lo presionaba demasiado psicológicamente.
Se
sentía responsable del bienestar de todos. Y a cambio exigía fidelidad y
esfuerzo.
Mi
madre vivía en un estado de ansiedad permanente, trataba de seguir e imponer
las reglas, se alimentaba de chismes, engaños y traiciones.
Nunca
fue cálida con sus hijos, sino temperamental, impulsiva, exigente con ciertas
cosas hasta la obsesión, y siempre ocupada o preocupada.
Demasiado
inestable para ser feliz o algo parecido.
A
mis hermanos y a mí, nos criaron las mujeres.
Mi
casa y la escuela eran su dominio. Así fue hasta los 8 años.
Ellas
eran agresivas físicamente aunque solo con los varones.
Podían
utilizar toda clase de objetos para golpearnos. Era parte de la buena educación.
En
el colegio las profesoras pegaban ostias en la cara sistemáticamente, todos los
días.
De
hecho con pocos años, aprendíamos a escaparnos de la escuela.
Para
aquellas profesoras éramos como pequeños salvajes que había que domesticar.
No sé
si la idea sigue vigente. Supongo que en algunos entornos todavía.
Y Digo
ostias porque también se repartían en el nombre de dios. Y del hijo de este.
A mí
aquel maltrato físico y psicológico, lleno de amenazas me generaban temor,
soledad y mucha rabia. Pegaban por ser un niño. Por moverte, por jugar, por
hablar, por reírte, por correr, por gritar… que se yo. Al final acabas meándote
en clase. Y con pesadillas nocturnas.
Bueno
es verdad, ahora los drogan para que estén quietos y sean inofensivos. Es la
enfermedad que se han inventado para facturar más. Y que las señoritas maestres
no se estresen tanto y no peguen a los niños…No se que es peor...
Aquello
fue excesivo, una letra mal leída y un tirón de orejas o unas orejas de burro
en el encerado… Cosas triviales de entonces. Luego estaban los excesos...
No les importaban que tuviéramos 4 – 5 – 6 años. No sabían lo que significa ser niños o si?
No les importaban que tuviéramos 4 – 5 – 6 años. No sabían lo que significa ser niños o si?
Supongo
que esto no es nada nuevo para nosotros que pasamos de los cincuenta.
Era
difícil ser niño y no acabar convertido en un ser violento.
Pienso
que más de la mitad de aquella quinta con la que coincidí, ya está criando
malvas.
Es
verdad, que hubo una época donde nos metíamos de todo. Pero como evitarlo?
Primero
fuimos rebeldes, agresivos, radicales. Jugábamos con fuego, con los límites y
las creencias de una sociedad rígida anclada en el pasado.
Luego
llegaron las drogas, y aquello fue una verdadera locura. La perdición.
Muchos
quedaron ahí. Unos pocos con suerte se reformaron.
Y
sin embargo, cuando creyeron que lo habían superado, llego el SIDA y arraso de
nuevo.
Había
como una especie de necesidad grande de
reventar o reventarse por dentro.
Un
impulso ciego y destructivo. Atrapados en nuestra propia cárcel sin ningún apoyo.
Pienso
que lo hacíamos para salir, para estar en el mundo.
Vivir
con todos los traumas y la rabia encubierta.
Nada
que ver con los perro-flautas de hoy, no habíamos elegido ese camino.
La
brutalidad recibida y nuestra necesidad de libertad nos llevaban sin remedio a
ser agresivos con nosotros y con el mundo.
Muchas
chicas y de buena familia se engancharon a este remolino.
La adolescencia
fue una etapa terrible.
En
buena medida me considero un superviviente. Hay una parte de mí que se sorprende
por haber vivido tanto. Crear una familia me llevo a refrenar ciertos impulsos.
Si fuera
capaz de escribir un libro, contaría todas aquellas atrocidades, que
escandalizarían y saldrían en las noticias de haber ocurrido en los tiempos
actuales.
Puede
que hubiera afortunados y les tocara un hogar con una familia pacífica.
Esta
dejaba de existir al acabar en aquellos prestigiosos colegios de la iglesia.
Que
todavía siguen funcionando. Ahora como banderas de la buena educación.
Quien
no se ponía enfermo con aquella
violencia?
Todos
mis temores proceden de esa época de los 3 años en adelante.
La
gente intenta olvidar quien ha sido. Y lo que ha vivido.
Esto
parece salvarles solo para llevar una
vida rutinaria y alienante.
He
llorado mucho en mi infancia. De rabia, de tristeza, y de dolor.
Y
creo haber enfermado con la rabia que sentía.
Imagino
que cualquiera de aquellos compañeros, y algunos acabaron en la cárcel como delincuentes,
podían haberse convertido en criminales.
A mí no me sorprendería.
A
veces me preguntaba si la intención era que fuésemos como ellos, gente
despiadada o enajenada de sí mismo, para tomar las riendas del mundo con la
misma ferocidad y violencia. El poder para gobernar.
Todo
lo recibido era una herencia cargada de crueldad.
No había
manera de salir del circulo… porque no había amor.
La
violencia del estado, de la familia. La violencia de las madres. La violencia
de las educadoras. La violencia de la iglesia y sus sacerdotes. La violencia de
la fe. La violencia de los padres con sus hijos. La violencia sexual ejercida
por aquellos que la reprimían. La violencia ejercida por los grupos. La
violencia médica, política, militar, educacional, artística… Una violencia que
no tiene final ni principio… porque estaba en la condición de venir al mundo en aquella España de los 60.
Una violencia
encarnizada contra todo españolito que venía al mundo.
Nada
de esto se quiere ver ni recordar. Es molesto. No interesa saber las causas de
lo que hoy todavía vivimos. Pues estos son los efectos de aquello.
Mal
va un país que no quiere aprender de sus errores, que pierde la memoria, para
no verse en el espejo de lo que ha sido. Para poder elegir otro camino.
Supongo
que lo mismo es aplicado a cada uno de nosotros.
Con
respecto a mí, todavía me siento una víctima y al mismo tiempo un ser violento.
Que
repite sin cesar este círculo vicioso con un mismo destino.
Imposible
de refrenar de salir...
Aprendí
a amar y a odiar a base de golpes.
Algo
se quedó grabado en mis entrañas.
Tal
vez por eso destruyo aquello que amo.
No dudaría
Si
pudiera olvidar
Todo aquello que fui
Si pudiera borrar
Todo lo que yo vi
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Todo aquello que fui
Si pudiera borrar
Todo lo que yo vi
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Si
pudiera explicar
Las vidas que quite
Si pudiera quemar
Las armas que use
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Las vidas que quite
Si pudiera quemar
Las armas que use
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Prometo
ver la alegría
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia
Si
pudiera sembrar
Los campos que arrasé
Si pudiera devolver
La paz que quité
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Los campos que arrasé
Si pudiera devolver
La paz que quité
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Si
pudiera olvidar
Aquel llanto que oí
Si pudiera lograr
Apartarlo de mí
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Aquel llanto que oí
Si pudiera lograr
Apartarlo de mí
No dudaría
No dudaría en volver a reír
Prometo
ver la alegría
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca mas
Usar la violencia