EL TRAUMA: Cuando la biologia se transforma en patologia y viceversa.
Como explicaba uno de los mas influyentes etólogos; Konrad Lorenz: “Sostengo que no es posible contemplar la singularidad del hombre en todo su imponente esplendor, a menos que partamos de los antecedentes de las antiguas características históricas que el hombre todavía comparte actualmente con la vida animal”
El presente escrito esta basado fundamentalmente en la obra del doctor en medicina y psicología Peter Levine y su colaboradora Ann Frederick (“Curar el Trauma.” Ed. Urano), con mas de treinta años trabajando e investigando sobre el trauma y sus consecuencias.
Lo primero que habría que decir es que el trauma es un hecho de la vida, (Para algunos psicoanalistas el nacimiento es de por si traumático. Otto Rank) y que posee un potencial enorme para ser. El trauma se ha convertido en algo tan común que la mayoría de la gente ni siquiera reconoce su presencia. Nos afecta a todos. En un estudio de mediados de los noventa, el 40% de los americanos había sufrido un suceso traumático en los últimos tres años!
Tradicionalmente el trauma se ha considerado como un desorden psicológico y medico. Pero todavía hoy, se reconoce escasamente la enorme importancia de la conexión mente-cuerpo y lo que es más importante su consideración para la curación. Mas allá de la visión mecánica y limitada de la vida, para superar el trauma es preciso una experiencia directa del organismo vivo, sensible e inteligente.
El concepto de organismo habla de nuestra totalidad, que es más que la suma de las partes; si tomamos el cuerpo físico, este no es la suma de; huesos, músculos, órganos, bioquímica... sino lo que emerge de su compleja interrelación dinámica.
Así para estudiar y comprender el organismo es preciso considerar conjuntamente el cuerpo, la mente, las emociones, los instintos, el intelecto y la espiritualidad.
El vehículo a través del cual nos experimentamos a nosotros mismos como organismos es lo que se denomina “sentido de percepción”, que significa el continuo de conciencia de lo que ocurre momento a momento, el darse cuenta de lo que pasa dentro y fuera de nosotros mismos. La propuesta va a ser, incrementar la atención a la cadena de sensaciones y apartir de aquí a las percepciones-emociones-sentimientos-pensamientos… Para ello es necesario desarrollar esta conciencia y sensibilidad, partiendo de un estado de relajación y apertura interna. No solo nos va ayudar a superar las huellas traumáticas, sino que resultara el factor clave para la transformación.
La evitacion, el miedo, la terapia farmacológica y el abuso de sustancias a la larga van a contribuir a la magnitud del trauma, y sus victimas, pueden perpetuarse indefinidamente. Dicho de otro modo, el trauma engendra trauma, llegando a afectar a distintas generaciones de una familia, comunidad o país.
“No importa donde estemos, la sombra que corre detrás de nosotros tiene indudablemente cuatro patas”… En la naturaleza cuando un animal se enfrenta a una amenaza potencial, tiene tres respuestas posibles que dependerán de distintos factores, estas son: huida, ataque e inmovilización. Esta última respuesta juega un papel esencial en la respuesta traumática. Hay que entender que todas ellas son estrategias de supervivencia, pero esta ultima, es quizás la más desesperada. Es por ello que es preciso mirar hacia la naturaleza, ya que el trauma esta en el sistema nervioso del cuerpo, es fisiológico. Una cuestión importante es que esta función es involuntaria, esto es, quien gobierna este mecanismo de respuesta es la parte primitiva, instintiva de nuestro cerebro y de nuestro sistema nervioso autónomo, que es prácticamente idéntica a la de otros mamíferos y común a la de los reptiles. Desde un punto de vista evolutivo, nuestro cerebro es una triada. Con tres sistemas integrados: Cerebro reptil o tronco encefálico (instintivo), Cerebro mamífero o limbico (emocional), Cerebro humano o neocortex (racional).
Cuando se percibe una amenaza para la vida, las partes del cerebro que se activan son las que compartimos con los animales, pero a diferencia de estos, a los seres humanos nunca nos resulta fácil resolver el dilema entre luchar o escapar, nuestro cerebro racional puede sentirse confuso y pasar por alto nuestros impulsos instintivos. De aquí que el trauma también haya recibido el nombre de complejo de Medusa. Derivado del mito griego, que viene a significar la confusión humana que sobreviene cuando contemplamos la muerte cara a cara, y es capaz de convertirnos en piedras, nos quedamos “congelados” de miedo. Esta paralización dará lugar a la creación de síntomas traumáticos.
(La muerte. Mi hijo menor con 7 años)
A nivel psicológico, el miedo a la muerte y el shock que provoca, es un hecho común en nuestros días, más de lo que la mayoría cree. He de decir que, detrás de otros inconfesables miedos en última instancia se puede descubrir este ancestral temor a la muerte, como una característica del ser vivo. El trauma se encuentra no solo en los soldados o victimas de abusos, sino también en los desastres naturales, la exposición a la violencia, los accidentes, las caídas y golpes, las enfermedades graves, fiebre elevada, intoxicación, la cirugía (en particular las amigdalectomias), anestesia, procedimientos médicos o dentales, trauma natal por diferentes factores, el estrés durante la gestación da lugar a un trauma fetal (intrauterino), trauma del desarrollo infantil (imposibilidad de un crecimiento sano y armónico), perdida de uno de los padres o de un familiar cercano, inmovilización prolongada (enyesar o entablillar especialmente en niños pequeños)…
Los síntomas traumáticos no están causados por el mismo suceso que los desencadena, sino que son consecuencia del residuo energía que no ha sido resuelto, ni descargado. Este residuo permanece atrapado en el interior del sistema nervioso. Estas personas no han podido completar el proceso de entrar, atravesar y salir del estado de inmovilización o dicho de otro modo; los síntomas son fundamentalmente respuestas fisiológicas incompletas que han quedado suspendidas por el miedo, la respuesta del organismo frente a un incidente amenazador es mas importante que el mismo incidente.
La resolución se consigue mediante el trabajo sobre este impacto no resuelto a través del sentido de percepción. Este tornado de energía es el punto focal a partir del cual se forman los síntomas del estrés postraumático.
En primer lugar se forma el núcleo de reacción traumática, compuesto por:
Hiperexcitación
Constricción
Disociación (incluida la negación)
Sentimientos de Impotencia
Poco después, se van desarrollando otros síntomas, algunos de ellos son:
Hipervigilancia.
Intrusión de imágenes.
Sensibilidad extrema a la luz y al sonido.
Respuestas emocionales y de sobresalto exageradas.
Pesadillas y terror nocturno.
Cambios bruscos de temperamento (furia, rabietas, vergüenza)
Capacidad reducida para manejar el estrés.
Dificultad para dormir.
Ataques de pánico, fobia y ansiedad.
Hiperactividad.
Amnesia y mala memoria.
Incapacidad de amar o establecer vínculos.
Miedo a la muerte, a enloquecer.
Comportamientos de evitacion.
Mente en blanco.
Actividad sexual exagerada o disminuida.
Este último grupo de síntomas tardan más en desarrollarse:
Timidez excesiva.
Respuestas emocionales disminuidas o nulas.
Incapacidad para comprometerse.
Fatiga crónica.
Problemas en el sistema inmunitario.
Enfermedades psicosomáticas (en especial: Dolores de cabeza, cuello y espalda, asma, alergias, aparato digestivo, colon y síndrome pre-menstrual agudo)
Depresión, pesimismo.
Muerto en vida (soledad, separación y desavenencia)
Llanto frecuente. Perdida de interés por la vida.
Comportamiento y sentimiento de impotencia.
Habrá que advertir que no todos estos síntomas están causados exclusivamente por el trauma, ni una persona que presente uno o mas de estos síntomas esta traumatizada. La gripe puede ocasionar malestar y desordenes digestivos similares a los síntomas traumáticos. Sin embargo existe una diferencia; los síntomas causados por la gripe suelen desaparecer en pocos días. Los que están producidos por el trauma, no. Pueden ser estables (permanentes), o inestables (aparecen por temporadas) o permanecer ocultos durante décadas hasta que irrumpen. Por lo general estos síntomas se dan en constelaciones (síndromes) haciéndose más complejos con el tiempo. La desconexión entre el cuerpo y el alma es uno de los efectos más importantes del trauma, así como la perdida de sensaciones en la piel y el entumecimiento. La realidad de una persona traumatizada es tal que, a menudo, son incapaces de transmitir la angustia que padecen.
Dado que los síntomas y emociones asociadas al trauma suelen ser tan extremos que, la mayoría de nosotros (y de las personas próximas) nos replegamos e intentamos reprimir estas reacciones intensas. Desgraciadamente, esta negación mutua dificulta la curación. En nuestra cultura se destina muy poco tiempo a superar los incidentes emocionales. Presionándonos para ajustarnos demasiado rápidamente. La negación es tan común que es un cliché cultural… Anímate, ahora ya pasó…Deberías olvidarte de ello… Tienes que soportarlo estoicamente. La lógica del cowboy para los varones. Si duele, ocúltalo… Ya es hora de que continúes con tu vida, etc.
Cuando la persona se esfuerza por negarlo y los síntomas se vuelven cada vez mas complejos, ocurre que se empiezan a incorporar a la red traumática todos los aspectos de la experiencia de la persona, es posible que el impacto del trauma no llegue a ser consciente, pero esta plenamente activado, de modo insidioso opera con los motivos e impulsos del comportamiento. Esto significa que el hombre que fue golpeado de niño se sentirá compelido a golpear cuando sea adulto. La energía que hay detrás de esa necesidad de golpear no es otra que la energía contenida en sus síntomas traumáticos. Hasta que la energía y la conciencia vayan juntas y el organismo pueda descargarse, este impulso inconsciente solo puede ser conquistado mediante actos que requieren una gran voluntad. El fenómeno que dirige la repetición de los incidentes traumáticos se denomina Representación.
En la siguiente entrega veremos más los aspectos referidos a la transformación tanto individual, como social, y a los primeros auxilios o modos de prevenir las secuelas traumáticas. Con el deseo de que os haya podido interesar un saludo fraternal para todos.