martes, 9 de noviembre de 2010

AL NIÑO DEL ADULTO




Si, el otro dia salia en los medios de comunicación. Les toca a los niños. Ahí vienen con manos que son garras. No debe quedar ni un solo niño sin tratar de TDAH, es el objetivo. La asociación ha sido creada de la mano de las multinacionales farmaceuticas, con mas o menos reputados profesionales a la cabeza. Menudo escalofrio. No habeis visto a los niños medicados? Oh. Que pena...Porque los intoxicamos?. Nadie envenena a quien ama. Solo la codicia cruel y despiadada puede explicar la explotacion de la ignorancia y la fragilidad. El mundo esta loco, cuando vamos a despertar! Si. Eso sentia y era coherente con aquella melancolia de imágenes de niños obligados a permanecer sentados durante horas, con una dosis diaria de anfetamina, capaz de volver “loco” a un adulto que lo cuatriplica en peso.


Y si eres buen chico, estas atento y quieto no tienes que tomar la pastilla, hijo….


Como podemos tolerar que nos hieran asi? Como es que no salimos a la calle a pintar las paredes con la palabra; LIBERTAD!
Me doy cuenta de que estoy llorando. Si, el niño que llevo dentro…
Padres y madres de este pais. Extremad la vigilancia, el “coco” existe y ha vuelto, con hambre de carne fresca y tierna. Sed criticos, muy criticos.
Escuchad os pido, con vuestro corazon de niño este Relato sobre la Infancia de Jose Saramago.

LA NIEVE NEGRA:
…. Porque nunca me cansare de decirlo, hay que tener mucho cuidado con los niños. Estos minusculos hijos de los hombres han aparecido a veces en mis cronicas. Y de niños he hablado con quien los conoce bien, porque también uno ha pasado por eso. Yahora pregunto. ¿Qué son los niños? Diez mil pedagogos se disponen a responderme. Dejo de lado, de antemano, su respuestas, unas porque ya las conozco, otras porque las adivino, y vuelvo a preguntar: Que son los niños? ¿Qué seres extraños son esos que vuelven hacia nosotos sus rostros lozanos, que nos turban a veces con una mirada subitamente profunda y sabia, que son ironicos y gentiles, debiles e implacables, y simpre tan ajenos? Tenemos prisa por verlos crecer, por admitirlos en nuestro clan de los adultos sin sorpresas. Nos mostramos impacientes, nerviosos, porque estamos ante una especie desconocida. Cuando ya son nuestros iguales, les hablamos de la infancia que tuvieron (la que recordamos como observadores desde el lado de afuera) y nos sentimos casi ofendidos porque a ellos no les gusta nada que se les recuerde una situación en la que no se reconocen ya. Ahora son adultos; es decir, otra especie humana.

En esa infancia esta por ejemplo, la historia que voy a contar y que debo a uno de esos encuentros casuales. Y despues de reproducida aquí, me diran si no tengo razones para insistir: Hay que tener mucho cuidado con los niños. No el cuidado comun, el que tiende a prevenir accidentes, esos que bajo tal rubrica aparecen en las noticas de los periodicos, sino otro tipo de cuidado, mas minucioso y sutil. Me explicare:

Una maestra mando un dia a sus alumnos que hicieran una composición plastica sobre la Navidad. No lo dijo asi, claro. Dijo, mas o menos, una frase como esta: “Haced un dibujo sobre la Navidad. Podeis usar lapices de colores o acuarelas, o papel satinado, lo que prefirais. Y me lo traeis el lunes.” Que lo dijera asi o no, es igual, el caso es que los alumnos llevaron el trabajo. Aparecia alli todo cuando suele aparecer en estos casos: el pesebre, los Reyes Magos, los pastores, san Jose, la Virgen el Niño. Mal hechos, bien hechos, toscos o habiles, los dibujos cayeron el lunes sobre la mesa de la maestra.
Alli mismo, ella los vio y califico. Iba marcando “bien” ,“mal”, “suficiente”, en fin el trance por el que todos hemos pasado. De repente ¡Ah, hay que tener mucho cuidado con los niños!


La maestra coge un dibujo, un dibujo que no es ni mejor ni peor que los demas. Pero ella tiene los ojos clavados en el papel, y esta desconcertada: el dibujo muestra el inevitable pesebre, la vaca y el burrito, y toda la demas figuracion del caso. Sobre esta escena sin misterio cae la nieve, y esa nieve es negra. ¿Por qué?
“¿Por qué?”, pregunta la maestra en voz alta al niño. El chiquillo no responde. Mas nerviosa quiza de lo que aparenta, la maestra insiste. Hay en el aula los crueles murmullos y sonrisas de rigor en estas situaciones. El niño está de pie, muy serio, algo tembloroso. Y, al fin responde: “Puse la nieve negra porque esta Navidad murio mi madre”
Dentro de un mes llegaremos a la luna. Pero ¿Cuándo y como llegaremos al espiritu de un niño que pinta la nieve negra porque murio su madre?

Jose Saramago