jueves, 17 de julio de 2008

La Anatomia del Amor I



Continuo con el analisis del amor y de sus implicaciones en el ser humano, y como no podia ser de otra manera, a retomar aquellos escritos que puedan clarificar nuestro entendimiento, entre ellos, una vez mas, los extractos de las conferencias de Eva Pierrakos (Pathwork).

Qué es el amor realmente?. A muchos les parece que es principalmente un sentimiento. ¿Qué es realmente? ¿Es una fuerza, es un sentimiento? Ahora, mis amigos, yo les digo que es todo eso y más. Hablemos ahora de la estructura de personalidad fundamental en el ser humano en términos de razón, voluntad y emoción, y apliquemos el amor a esas funciones. En el ejemplo siguiente veremos que el amor es literalmente todo.
Es obvio que el amor es un sentimiento, pero no es tan obvio que este sentimiento tiene que ser el resultado de un acto de la voluntad motivado por la inteligencia. Entonces el amor es ciertamente inteligencia. Si observas realmente cualquier asunto en todo el alcance que merece, tendrás que llegar a la conclusión de que el odio es ignorante, por justificado que pueda parecer. El odio es falta de inteligencia. Por supuesto que hay muchas formas de odio que nunca son reconocidas como tales, y hay también muchos grados. La falta de amor podrá manifestarse simplemente en un estado de separación, en desesperanza, en falta de fe, en depresión, en una visión sombría del universo, en miedos, en sentirse una víctima. También podrá manifestarse en resentimiento, en hostilidad, en echar la culpa y en odio abierto, con muchos matices entre medio.
El amor es, por cierto, pura inteligencia y razón. Cuanto más profundo sea el entendimiento de las circunstancias que prevalecen, más lejos llegue la visión y más cerca esté la persona de la verdad, menos posible será experimentar odio y más habrá de crecer el amor.
La emoción del amor es imposible si la voluntad no se mueve hacia un estado amoroso. Si no deseas amar, si no expresas intencionalmente el deseo de amar que significa entender por completo, y si no intentas amar, no amarás. Nunca serás capaz de sentir amor y a menudo te preguntarás por qué. A veces la voluntad de amar estimula la voluntad de entender plenamente, y en consecuencia del amor crece el entendimiento. Otras veces el entendimiento ocurre primero y da por resultado el despertar de la voluntad de amar. De cualquiera de las dos maneras, el sentimiento de amor no puede existir sin inteligencia e intención o, para decirlo de otro modo, la emoción sigue a la razón y la voluntad.

Si tienes las concepciones erróneas de que amar es perder, empobrecerse o que se aprovechen de ti, o que el amor significa ser débil, sometido y no tener convicción, entonces tus ideas reflejarán una falta de razón y una falta de inteligencia que obstaculizarán tu voluntad de amar.
El amor es también mucho más que razón, voluntad y emoción. Es sensación en cada uno de los niveles de tu ser. Esto se verifica fácilmente si prestas atención a tus propias reacciones. Cuando estás en un estado de amor, ves de modo diferente, oyes de modo diferente, sientes los sabores de modo diferente. La vida a tu alrededor tiene un sabor completamente diferente. Sientes y tocas de modo diferente. Percibes y experimentas todo lo que sucede de un modo muy diferente a cuando estás en un estado de odio, te des cuenta o no de que odias. Cuando amas permaneces en un estado de salud.
Aunque la falta de salud no sea necesariamente un reflejo directo de tu odio, podrá ser un subproducto necesario de tu lucha por encontrar la salida del odio y el miedo e ir hacia el amor y la confianza, ya que ésa es siempre la lucha interior, lo sepas o no. Hay muchas otras experiencias, percepciones y sensaciones, algunas de las cuales ni siquiera sabes que existen, que son indicaciones y expresiones de amor. Reflejan tu estado de conciencia, sea éste ya esclarecido y amoroso o sea todavía no esclarecido, defensivo, temeroso y de odio.

Entonces, el amor está en todo. Así llegamos ahora a un aspecto muy importante: amarte a ti mismo. El amor a sí mismo y el amor a los demás están conectados de manera intrincada. Es necesario que repita aquí una declaración que he hecho a menudo: no puedes amarte si no amas a los demás, y no puedes amar a los demás si no te amas. Inversamente, si te odias, también odias a los demás. Nuevamente, puede ser que no te des cuenta de esta correlación y del proceso inconsciente que te hace negar tu odio a ti mismo y, por lo tanto, tu necesidad de odiar a los demás. La lucha interior para encontrar la habilidad de amarte es incesante. La humanidad se confunde en esta lucha por el estado dualista de la mente. Es extremadamente importante que entiendas esta confusión. La confusión es: si te amas, ¿eres también indulgente contigo mismo? ¿Sigues entonces la línea de menor resistencia? ¿Culpas entonces a otros en vez de mirar honestamente dentro de tu yo inferior? ¿Significa el amor a ti mismo dar rienda suelta a las aspiraciones de tu yo inferior y de tu yo máscara? ¿O la necesidad que hay en el camino de enfrentar la verdad de tu yo inferior, con sus subterfugios y engaños, significa que tienes que expresar y vivir el odio a ti mismo que está arraigado en este aspecto de tu personalidad?
Ésta es una lucha muy profunda y trágica para toda la humanidad. Es trágica, por un lado, porque esconderse de ella, negarla, la hace mucho más dolorosa y prolongada de lo necesario. Sin embargo, por el otro lado, esta lucha también es hermosa. Empiezas a experimentar su belleza cuando encuentras tu primer punto de apoyo en la verdadera seguridad. La seguridad reside primero en que admitas la lucha, en que te vuelvas consciente de ella. Cuando no eres consciente, buscas la solución falsa del amor a ti mismo que es la autoindulgencia y el culpar a los demás.


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